La conocía desde que era una niña pequeña pero no la había visto en muchos años. Ahora estaba entre los veinte y los treinta, llena de vida y de energía, y bastante ansiosa por hablar. Se proclamaba ateísta y quería conocer algo sobre el Zen porque, como remarcó: "Los budistas no creen en Dios." Hablamos durante casi una hora.
Título original: A Conversation on Zen and God
por el Rv. Chuan Zhi Shakya, OHY
Traducido desde el Inglés por Shi Chuan Fa
Edición en Español revisada por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
La conocía desde que era una niña pequeña pero no la había visto en muchos años. Ahora estaba entre los veinte y los treinta, llena de vida y de energía, y bastante ansiosa por hablar. Se proclamaba ateísta y quería conocer algo sobre el Zen porque, como remarcó: "Los budistas no creen en Dios." Hablamos durante casi una hora.
- ¿Por qué crees que no hay dios? - Le pregunté.
- ¿Por qué debería creer que hay un dios cuando no hay evidencia de ninguno? ¿Dónde hay un dios que pueda ver, tocar, escuchar, o sentir de cualquier otra forma? Creer en Dios es creer en una ilusión.
- ¿Así que quieres decir que como no puedes percibir a Dios con tus sentidos Dios no existe? - Le pregunté.
- ¡Soy una persona racional! - Enfatizó - racional.
- ¿Y qué sucedería si alguien pudiera percibir a Dios? - Le pregunté.
- Entonces se están engañando a sí mismos.
- ¿Cómo lo sabes? - Seguí con el razonamiento. - ¿Qué pasaría si sus conocimientos les permitieran percibir a dios y los tuyos no?
- Bueno, creo que si hubiera un dios sería capaz de percibirlo. ¿Qué conocimiento podría alguien tener que yo no tengo?
- ¿Recuerdas cuando eras una niña pequeña - le pregunté - cuando el mundo parecía confuso y tal vez un poco terrible?
- Sí, - dijo mientras me miraba un tanto extrañada por cambiar de tema, después continuó la conversación. - Recuerdo cuando estaba asustada en mi habitación. Imaginaba que debajo de la cama vivían perros guardianes que me protegerían de noche.
- ¿Sigues teniendo perros guardianes bajo la cama durante la noche?
- Se rió.
- Bueno, entonces estarás de acuerdo en que la comprensión y el conocimiento pueden cambiar a medida que crecemos, ¿no?
- Sí, - balbuceó, quizás imaginando adónde estaba hiendo con mi razonamiento.
- Entonces, ¿por qué quieres creer que no hay dios, cuando, de hecho, puede ser posible experimentar a dios? ¿Podría ser que hubiera alguna satisfacción, tal vez alivio, en la `incredulidad' en dios?
Dijo que no estaba segura a dónde quería dirigirse.
- La mente es algo divertido - comencé. - A no ser que se encuentre en un modo receptivo, parece que no se permite aprender o conocer cosas nuevas (un modo de no-negación). Cuando toma una opinión sobre algo, niega la posibilidad de cualquier nuevo conocimiento que descanse fuera de su compresión actual. Hay muchos ejemplos de esto en la historia de la raza humana, ejemplos que la mayoría de nosotros conocemos; por ejemplo, fue décadas después de que los científicos y exploradores mostraran que el mundo no era plano cuando la gente lo creyó. A la mente no le gusta desprenderse de sus creencias. Incluso hoy en día hay algunos pocos que se niegan a creer que el hombre haya puesto un pie sobre la luna. Pueden ser una pequeña minoría, pero insistirán en que alguien que crea en esas cosas estará entregándose a vuelos de fantasía. ¿Deberíamos creerles?
- Los grandes descubrimientos ocurren cuando la mente se amplía y crece más allá de los límites del conocimiento existente. La teoría de las fuerzas de Isaac Newton, la teoría de Einstein de la relatividad especial, la teoría de los quarks de Gell-Mann, o sea, sus contribuciones a la ciencia pueden estar fuera de duda hoy en día, pero pasaron muchos años antes de que sus pensamientos fueran considerados explicaciones plausibles de la naturaleza, incluso por sus colegas. Ninguno de estos hombres sabía adónde les llevarían sus incursiones en los terrenos no explorados de la mente. Sus descubrimientos estaban tan alejados de la mente científica colectiva de su tiempo, que incluso tuvieron que inventar nuevas matemáticas para describir y explicar, sus de otra forma, increíbles descubrimientos.
- ¿Pero cómo puedo no creer en dios sin creer en dios? - Preguntó, 'Hay creencia y hay incredulidad', uno cree en algo o no cree.
- ¿Crees que Einstein 'creía' en la relatividad especial antes de descubrirla? - Le pregunté. - ¿Sabías que confesó que no creyó en ella incluso después de descubrirla? Pero eso no hizo que desapareciera; no afectó el hecho de la relatividad especial. Lo que creía no provocó ningún tipo de diferencia. Así es la realidad. Está ahí la creas o no.
Se quedó mirándome en silencio durante unos momentos. - La realidad es independiente de lo que creamos... - musitó para sí.
- Cuando quieres ir a la tienda coges las llaves y vas a tu coche. ¿Necesitas creer en tu coche para conducir hasta la tienda?
- Dos pasos de distancia separan a la creencia de la realidad de lo que se cree. Cuando hablamos de creencias hablamos solo de creencias, no de otra cosa; las creencias crean su propia realidad. La creencia es la respuesta dualista de la mente a una idea o percepción. La realidad solo puede percibirse directamente, antes de que la mente la filtre. Una vez que el cerebro interpreta la realidad, la nueva realidad es solamente la interpretación. Este es el primer paso de distanciamiento. Cuando la mente finaliza su interpretación, la comprueba para ver cómo encaja con el resto de las experiencias que ha procesado a través de los años. Dado que la mente en inherentemente dualista, es decir, que categoriza las cosas como verdaderas o falsas, buenas o malas, correctas o erróneas, coloca la opinión sobre la interpretación. Este es el segundo paso de distanciamiento. Una vez que hemos llegado aquí, tendemos a perder cualquier contacto que pudiéramos haber tenido con la realidad que dio origen al episodio entero. En vez de ver una pila de latas usadas y montones de vasos de plástico en una esquina de la calle, vemos un "montón de basura"; en vez de simplemente ver a un hombre caminando por la calle vemos a un "infeliz vagabundo".
- ¿Estás diciendo entonces que no deberíamos creer en nada? - Insistió. - ¿No enseñamos a nuestros hijos qué creer y qué no creer para que puedan sobrevivir en el mundo cuando sean adultos?
- Cuando enseñamos nuestras creencias a los niños, ¿no nos limitamos a enseñar nuestras creencias? ¿No son las creencias abstracciones de lo que es real? Les leemos a nuestros hijos una historia sobre animales de granja y aprenden algo de ello. Después les llevamos a una granja y ven y sienten un cerdo o un caballo. De eso aprenden algo más. Cuando se hacen mayores tal vez los montamos en un caballo y les dejamos cabalgarlo, o les dejamos que alimenten a los cerdos y a los patos. Ellos aprenden más aún sobre los animales de estas experiencias. Ahora bien, si les quitamos todas estas experiencias a medida que crecen y solo les contamos historias sobre animales de granja, solo los conocerían por abstracciones de las historias. ¿Hay diferencia entre estos dos tipos de conocimiento? Realmente no, pero hay una diferencia en lo que se conoce. ¿No tendrán fe los niños que únicamente han crecido con historias en que estas están basadas en una realidad subyacente; en que efectivamente hay en el mundo animales de granja aunque nunca los hayan visto, tocado, olido o alimentado?
- La fe, sin creencia, nos prepara psicológicamente para encontrar lo real que aún no ha sido vislumbrado. Por esta razón en muchas religiones se enseña la fe en Dios como un medio de prepararnos para un encuentro con Dios. Una vez que se encuentra lo real, la fe y la creencia desaparecen como el capullo de una mariposa. El escudo protector de la fe ya no es necesario. El niño que crece solamente leyendo sobre animales de granja adquiere fe en su existencia, pero más tarde, tal vez después de vivir en un granja durante unos años, simplemente conoce sobre los animales de granja. La fe no está implicada. Para él, la idea de tener fe en la existencia de una vaca es ridícula.
- Algunos budistas pueden decir que creen en Dios, otros pueden decir lo contrario, pero la realidad de Dios es independiente de cualquier cosa que cualquiera pueda creer o no creer. Las religiones del mundo dan testimonio del deseo universal que tiene nuestra mente para realizar lo que es mayor que ella. ¿Cómo describimos algo que no guarda relación o semejanza con nada? ¿Lo llamamos Dios, Naturaleza Búdica, Alá, Jehová, Nuestro Padre Celestial, o le atribuimos a esa misteriosa esencia de la que hablamos un sonido como "Om"? En realidad, solo son formas de referirse a algo que desafía a todas las formas de referencia.
- Dijo que ella no había pensado antes en las cosas de esta manera, y después preguntó cómo encajaba el Zen con todo esto.
- En Zen meditamos para ser capaces de mirar profundamente en nuestra propia naturaleza - para trascender el limitado ego. Los pensamientos, cuando son filtrados a través del ego, conducen al argumento, y el argumento trae el conflicto y la confusión. La contemplación conduce al entendimiento y en última instancia a la sabiduría. No importa lo que la gente nos diga, o lo que podamos pensar sobre esto o aquello. No podemos esperar realizar a Dios con nuestros pensamientos o por medio de una creencia ciega. Pero cuando podemos volvernos vacíos del 'yo', la cuestión de Dios desaparece por completo. Llamamos a esto Unión Divina o Samadhi."
Dejé de hablar y permanecimos en silencio durante un breve tiempo. De repente pareció muy cansada.
- Dejar ir las ideas que tenemos sobre lo cierto y lo falso del mundo en el que vivimos es difícil, incluso doloroso. Aquellos que hemos recorrido este camino lo comprendemos como una muerte: la muerte del ego, el fallecimiento de nuestro sentido de existencia como una entidad independiente, separada de todo. El Buda realizó que es debido a nuestro sentido de separación que nosotros, los seres humanos, sufrimos. Él, al igual que muchos otros después de él, fue capaz de trascender su alienada existencia samsárica. El Nirvana, explicó, se encuentra vaciando nuestra mente de su equipaje; sus apegos. El esfuerzo es por completo interno. Requiere perseverancia y una fe constante de que el esfuerzo rendirá frutos.
- Y eso es cierto.
- Hablamos durante un poco más, después terminó la conversación y me agradeció las explicaciones. Habíamos cubierto mucho terreno en un corto tiempo. Me dijo que quería volver a hablar en alguna ocasión pero que quería digerir las cosas. Le deseé lo mejor.